Texto y fotos: Álvaro Vicente
Dice Mario Diament, autor de Tierra del Fuego, que "la única manera de quebrar un círculo vicioso es escuchando al otro". El 25 de enero de 2016 han arrancado los ensayos de esta obra que va a dirigir, que ya está dirigiendo, Claudio Tolcachir, compatriota de Diament, argentinos ambos. Una de las primeras cosas que comenta el director tiene que ver, precisamente, con la escucha: "estos personajes vienen para escuchar y nosotros debemos generar mucha fuerza en la escucha, para poder comprender y rebatir. La acción está en la palabra y en la necesidad de la escucha."
Pero no nos adelantemos. El equipo ha sido citado a las 10 de la mañana en el Teatro Fernán Gómez, en una de cuyas salas tendrá lugar la primera tanda de ensayos. Es el primer día, algunos todavía ni se conocen. Una mañana templada de invierno en Madrid en la que se atisba una lejana primavera, con la que llegará el estreno de Tierra del Fuego en las Naves del Español en Matadero. Dentro nos espera una mesa dispuesta para que vayan tomando asiento los actores, los productores, el director y el equipo técnico y artístico. Un lujazo de equipo. Sobre las tablas estarán Alicia Borrachero, Tristán Ulloa, Abdelatif Hwidar, Juan Calot, Malena Gutiérrez y Hamid Krim. La escenografía y el vestuario irán firmados por Elisa Sanz. La iluminación, obra del maestro Juan Gómez Cornejo. La incombustible Ana Jelín en la dirección de producción. Huele a éxito. Y eso que la obra no plantea un tema, digamos, ligero. El eterno conflicto entre israelíes y palestinos se coloca como telón de fondo de una historia basada en un hecho real: la entrevista de la superviviente de un atentado, de origen judío, con uno de los terroristas que lo perpetró, palestino. Ella viajaba en un autobús con una amiga que murió. Él formaba tándem con otro compañero que pereció al estallarle un explosivo en las manos. Sucedió en Londres, en 1978. "Tierra del fuego es una oportunidad de entrar en la historia, una historia absolutamente presente y contradictoria, llena de preguntas y de incómodas revelaciones", advierte Tolcachir.
Todos han tomado posiciones en una larga mesa presidida por Claudio. A ambos lados tiene a sus ayudantes, Maite Pérez Astorga y Nacho Redondo. Entre Nacho y él, la protagonista, Alicia Borrachero, que plantea sus dudas respecto a la intención primera de propiciar el encuentro entre los personajes principales de la historia. Falta Tristán Ulloa, que se incorporará en unos días. Se hacen referencias el documental My terrorist, donde se habla del hecho inspirador de la obra. También se habla de la versión estrenada en el Off Off Broadway de Nueva York.
Como tenemos la suerte de contar en el equipo con dos actores de raíces árabes, el argelino Hamid Krim y el ceutí Abdelatif Hwidar, nos damos el gustazo de escucharles hablar sobre lo que plantea una obra como esta y sobre ese conflicto entre palestinos e israelíes que tristemente se eterniza sin solución a la vista. Y precisamente lo primero que advierte Hwidar es que él no cree que sea un conflicto, porque eso supondría que hay dos fuerzas enfrentadas en igualdad de condiciones, y en este caso es evidente que una de las dos fuerzas es mucho más poderosa, en medios, en armamento, en poder y connivencia con Occidente, que la otra. Alicia está muy interesada en saber dónde están los verdaderos orígenes de todo esto, qué pasó tras aquella resolución de la ONU que, acabada la Segunda Guerra Mundial, da como resultado la creación del Estado de Israel. La explicación requiere un conocimiento profundo de las Relaciones Internacionales y de los muchos intereses puestos en juego para reconstruir el mundo tras el paréntesis bélico, tanto los que apelan a los sentimientos religiosos como los que se mueven en los territorios de la geopolítica.
Pero el teatro es humano y es el factor humano lo que termina prevaleciendo. Por eso, Hamid y Hwidar, como sucede en la obra, no quieren dejar de buscar la objetividad sumando subjetividades. Hablan de los judíos que se posicionan contrarios a la ocupación, los que están a favor de los palestinos, los que son soldados y son objetores que no quieren hacer su trabajo en los territorios ocupados, justo lo que le sucede a la hija de la protagonista de la obra. En un estado fuertemente militarizado como el israelí, estas posturas se viven tanto como heroicidades como como traiciones. Lo mismo que en el otro lado, la desesperación no siempre es fábrica de terroristas. "Es lo bonito de esta función", comenta Hamid, "que todo el mundo dice lo que siente sin censura. Y esto es una grata sorpresa para mí que vengo ahora de Francia, donde no se pueden decir según qué cosas en este momento. Dices que los soldados matan niños y te llaman antisemita, directamente."
El personaje real que fue víctima del atentado se llamaba Yulie Cohen. El terrorista que ella visitó en la cárcel de Londres se llamaba Fahad. En la obra están los nombres cambiados. Alicia Borrachero interpreta a Yael. Hwidar da vida a Hasán. Por su parte, Tristán Ulloa será Ilán y Juan Calot encarna a Dan, marido y padre respectivamente de Yael. Finalmente, Malena Gutiérrez es Gueula, la madre de la chica que murió en el atentado, Nirit. Y Hamid Krim hace de George Walid, el abogado de Hasán. Todas las escenas suceden en el año 2000, 22 años después del atentado, excepto la última, que ocurre en 2005. Es Alicia la que entra pronto en harina, hablando sobre la necesidad vital e irracional casi de su personaje de hacer lo que hace, aun sin saber en lo profundo por qué lo hace. "Yo tampoco sé todavía por qué lo hace, pero espero averiguarlo pronto", dice, entre risas, la actriz.
Tolcachir anuncia que, aunque falta Tristán, van a hacer una primera lectura completa del texto. Él se encargará del personaje de Ilán. No en vano, la obra se estrenará en Sevilla el 11 de marzo, en el Teatro Central, y allí el personaje lo interpretará el director, ya que Tristán no puede hacerlo por coincidirle con otros compromisos laborales adquiridos previamente. Los actores viven en la multitarea y lo más fácil es que te coincidan cosas. "Tiene un sentido enorme hacer esta obra", reflexiona Tolcachir. "Es incómoda, pero tiene mucho valor hacerla y equilibrarla y que todos los personajes ofrezcan su verdad y su inteligencia. Todos los personajes deben dejar aflorar su inteligencia y los espectadores deben tener la necesidad de resolver, de saber más, de meterse en la historia profundamente."
Tras un breve descanso, comienza la lectura. "Lean como quieran, como más a gusto se sientan", aconseja el director. Según avanza la trama, el silencio nos envuelve y la escucha se agudiza. Sólo es una primera lectura, sin a penas intenciones emocionales en los intérpretes. Sin embargo, algo sobrecogedor empieza a vislumbrarse. Si la catarsis es una piedra preciosa, este grupo de gente está empezando a tallar la piedra, a pulirla, para dejar que salga el diamante escénico. Esto no ha hecho más que empezar.