Toranj
Llegó la hora del estreno

Llegó la hora del estreno

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Textos y fotos: Álvaro Vicente

 

La semana previa al estreno en Sevilla la pasamos en Móstoles, en el Teatro del Bosque. Allí han sido los últimos ensayos con todo el equipo antes de saltar a la capital andaluza para desplegar sobre el escenario del Teatro Central la maravillosa escenografía de Elisa Sanz sobre la que discurre Tierra del Fuego, iluminada con maestría por Juan Gómez Cornejo. Si fuera una película, este montaje sería como un plano secuencia en el que una cámara subjetiva seguiría a Yael (Alicia Borrachero) a través de sus distintos encuentros con el resto de personajes, en un magnífico ejercicio de escucha que persigue un solo objetivo: entender un hecho desde el máximo número de puntos de vista posible. Por eso esta obra es un ejemplo paradigmático de cómo se deberían afrontar los problemas, los conflictos, los desencuentros. Más todavía, es un metáfora perfecta sobre cómo deberíamos vivir con conciencia crítica, venciendo miedos y vergüenzas para ponernos frente a frente a todas las aristas de un suceso, ante las que nos gustan y ante las que nos duelen. Sólo así se allana el camino hacia la paz, la interior y la de fuera, que no son más que dos emociones complementarias. Lo que ocurre fuera ocurre dentro y viceversa. Y como eso, en el género humano, es inevitable, más nos vale aspirar tanto a la coherencia y como a la empatía, a la integridad, que no al integrismo, conjugada con la hospitalidad de nuestro corazón y nuestro intelecto, que deben estar abiertos para acoger otras sensibilidades, otras razones, otros formas de mirar y sentir.

 

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El autor de Tierra del fuego, Mario Diament, es judío. Participó como soldado del ejército israelí en la Guerra de los Seis Días. Cubrió la del Yom Kipur como periodista. Tras ver el documental My terrorist, de Yulie Cohen, decidió escribir esa historia para el teatro. La historia de una mujer que sufre un atentado terrorista, que pierde en él a una amiga y que queda ella misma afectada de por vida. La historia de una mujer que, 22 años después, no sabe muy bien por qué, siente el impulso de reunirse con el autor del atentado, una necesidad que le nace de lo más profundo de su ser. Quiere entender. Quiere perdonar. Quiere paz. Lejos de posicionarse a favor o en contra de unos o de otros, Diament quiso que, dando la palabra a todos los implicados, su obra sirviera para entender a las personas por encima de las políticas. El hombre y la mujer son los protagonistas de la Historia, pero los historiadores pierden de vista esto que tan evidente parece para perder el culo por las cifras, los discursos, los líderes y las ideas, que también es necesario, no digo que no. El periodismo, por su parte, hace hincapié más en la desgracia, subraya más la Intifada que los movimientos por la paz. La propaganda política hace el resto y la opinión pública se moldea como plastilina en favor de unos intereses concretos. Una obra de teatro como esta es una gran oportunidad para completar el dibujo de la historia, la pequeña historia que refleja la gran Historia, la causa y la consecuencia, el origen y el efecto. 

 

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En Tierra del fuego, Alicia Borrachero es Yael, trasunto de la propia Yulie Cohen, víctima del atentado junto a su amiga Nirit. Ella sobrevivió milagrosamente. Nirit pereció. Yael ha decidido ir a la cárcel de Londres donde está Hasán encerrado desde 1978, año del atentado. Abdelatif Hwidar es Hasán. Hamid Krim interpreta a su abogado, George. Yael confronta con su marido, Ilán (Tristán Ulloa) su decisión. También con Gueula, la madre de Nirit (Malena Gutiérrez). Finalmente, cuando ya ha pasado todo, cuando se despliegan las consecuencias, Yael se encuentra con su padre, Dan (Juan Calot) para terminar de atar cabos. Dos actos y un epílogo y los personajes no salen nunca de escena, son como círculos concéntricos en torno a Yael. En Móstoles hemos podido ver la obra prácticamente terminada. A través de la batuta de Claudio Tolcachir, con sus adornos musicales, nada superfluos, comprobamos la potencia simbólica de este montaje. La escenografía está basada en un gran muro, símbolo de todos los muros que separan a las personas, en Palestina o en cualquier otra parte, los muros físicos y los mentales. Un muro que se rompe en las distintas escenas -metafóricamente- a través de ventanas que dejan entrar la luz fría de la celda de Hassán, la luz cálida de la casa en la que viven Yael e Ilán, el claroscuro que domina la estancia de Gueula. Sean de la temperatura que sean, son rayos de luz que rompen el muro, rayos de esperanza que rompen el inmovilismo. 

 

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El propio Claudio Tolcachir, además de comparecer como director de la pieza, llega a Sevilla para participar como actor interpretando el papel de Ilán, ya que Tristán Ulloa tiene un compromiso con Harold Pinter (hasta el 27 de marzo protagoniza en el Teatro de La Abadía la obra Invernadero). El Teatro Central de la capital andaluza será el escenario perfecto para la puesta de largo de una obra cuya importancia está fuera de toda duda. Todo lo que trate de arrojar luz sobre los problemas del ser humano es importante, tenga la forma que tenga. Toca ver si, además, conseguimos que también sea importante a nivel teatral, a nivel artístico. Nosotros pensamos que sí, pero claro, qué vamos a decir. El público tiene la última palabra. Y para que, además de la última palabra, tengo más y mejores elementos de juicio, cerramos este artículo con una declaración del propio Mario Diament: "Nací en abril de 1942, cuando la Alemania nazi implementó la solución final. Es un tema que dominó mi vida y mi obra. Por miedo, la gente le cerraba la puerta a un hijo y no le daba refugio. En la dictadura argentina encontré asociaciones, vi el efecto que el miedo puede tener en una sociedad. En Medio Oriente hay miedo de escuchar al otro. El miedo a mirar tiene un efecto erosionador en la posibilidad de reflexionar. En la sociedad israelí hay muchos que no piensan que ahí, al lado, hay territorios ocupados. Es una autodefensa necesaria, pero también es el miedo a incorporarlo como parte de la propia realidad y resolverlo. Esta obra no cuestiona el derecho de Israel a su existencia, sino la ocupación. Al mismo tiempo, defiende el derecho del pueblo palestino a su existencia." 

 

En este enlace se puede obtener más información sobre las funciones en Sevilla y la venta de entradas: http://www.juntadeandalucia.es/cultura/teatros/teatro-central/evento/tierra-del-fuego